Los propósitos trazados para la educación, no puede estar
asociada solo con mejores ingresos o más productividad, debe estar relacionado
directamente con mejorar la calidad de vida, tanto individual como social, y
concentrado en la formación del capital social de la Nación.
Resulta preocupante para el futuro de la democracia y
para el futuro económico y social del País, observar que la mayoría de niños,
jóvenes y ciudadanos no están adquiriendo los valores necesarias para aceptarse
mutuamente, respetar la diferencias y solucionar pacíficamente los conflictos.
Además, de ver sembrando un ambiente de permisividad con la ilegalidad, y una
admiración por la maldad o al menos un silencio preocupante en el día a día de
la Nación, es una triste realidad.
Hoy más que nunca la formación en principios y valores
para el desarollo del capital social de la Nación tiene una gran
importancia, pero Nabi
Consulting se viene cuestionando si ¿sólo enseñando principios
cambiaría la sociedad?. Hay organizaciones muy importantes con las cuales hemos
estado involucrados como La Red Business
Network, con programas como Misión Carácter o Fundamentos para el Logro, donde
indudablemente sus aportes han sido significativo a las instituciones de una
sociedad que vive en condiciones criticas de antivalores que amenaza
diariamente a toda la población en general.
Pero ¿basta inculcar principios en la sociedad
contemporánea, donde enseñarlos ha comenzado ha recaer en gran parte sobre las
organizaciones escolares y en si sobre todo el sistema educativo?. Pensando en
ello, recordabamos -y recomendamos- una pelicula: El que Cambia los Tiempos (Time Changer) donde un profesor,
Russell Carlisle (D. David Morin), ha escito un manuscrito nuevo titulado:
"Tiempos de Cambio." el cual plantea cómo en la sociedad se deben
enseñar principios, bajo metodologías interesantes y pedagogicamente aceptadas.
Más aún en la medida en que los niños ingresan a más temprana edad y los
núcleos familiares se modifican, los centros educativos han comenzado a asumir
directamente una serie de funciones que antes correspondían al ámbito familiar,
entre las cuales se cuentan, junto con el desarrollo del lenguaje y los
esquemas básicos para interpretar la realidad, la formación del capital social,
la conciencia moral de la sociedad. Por ello, uno pensaría que el sistema
educativo para ser de calidad, además de ofrecer dimensiones académicas
favorables y competitivas a nivel internacional, debe contar con actores que no
son netamente académicos, pero que cumplen un papel vital en la sociedad, y
estos son los principios que permita modificar las estructuras deterioradas del
capital social del país.
Desafortunadamente hoy el sistema educativo carece de
principios compartidos y reglas de juego claras, lo que permite que surja una serie
de antivalores que han venido sembrándose profundamente en nuestro país y que
hacen parte de nuestro capital social, y que en nada contribuyen a la
construcción de una sociedad democrática con fundamentos claros. En nuestro
sistema educativo se aprende violencia, desconfianza, discriminación,
individualismo, la política del “mas vivo vive del bobo” , o a “papaya puesta,
papaya comida” y otras características más. Sin embargo, se enseñan
"principios éticos humanos" con los cuales se está construyendo desde
la educación una mejor calidad de vida personal y social para la Nación, bajo
un concepto donde nosotros mismos como seres humanos creamos nuestros propios
valores éticos...el articulo 25 de la ley 115 de 1994 (Ley General de
Educación) le permite al sistema educativo: “La formación ética y moral se
promoverá en el establecimiento educativo a través del currículo, de los
contenidos académicos pertinentes del ambiente, del comportamiento honesto de
directivos, educadores, y personal administrativo, de la aplicación recta y
justa de las normas de la institución y demás mecanismos que contemple el
Proyecto Educativo Institucional”, en otras palabras, cada quién crea sus
normas, principios y valores!!l. Así concebimos nuestra actual educación y ese
el papel vital que le estamos dando.
Nada expresa tan bien lo que somos como la manera de
concebir la educación. Con todo acierto decía Kant que: “la educación es un
arte cuya práctica debe ser perfeccionada a lo largo de las generaciones... y
es el problema mayor y más difícil que pueda plantearse al ser humano[1]”.
En este siglo del saber, la carrera económica, cultural y
geopolítica entre las naciones pasó a ser en esencia una carrera entre sus
sistemas educativos: Un sistema capaz de competir a nivel internacional es el
gran desafío externo para cada Estado. En la sociedad del conocimiento, la
igualdad de oportunidades consiste sobre todo en el acceso igual al
conocimiento: de ahora en adelante el sistema educativo desde el preescolar
hasta la universidad, incluyéndola, es el gran nivelador o el gran desbastador
social, lo que hace que pase a ser el desafío número uno del Estado en su
frente interno. Por eso mismo, a tiempo que el Estado tiende a descargarse de
viejas tareas y funciones –incluyendo algunas de carácter “benefactor”- su
interés y su compromiso con la educación aumenta o debe aumentar en todas
partes.
Tanto en lo externo como en lo interno, gobernar hoy es
educar para mañana. Por lo tanto, Los principios transmitidos a los niños en la
familia y por fuera del hogar a través de planteles educativos son básicos para
el proceso de desarrollo de las Naciones. En Colombia, éstos naturalmente
presentan aspectos positivos y negativos. De una parte existe una alta
valoración de la educación y el trabajo, que hacemos como sociedad, pero a su
vez toleramos elementos tales como “ser vivo”, tener contactos, "hacerla
fácil", etc, que no tiene que ver con acumulación de conocimientos sino
con cimientos de principios. En efecto, se considera que en Colombia no le va
bien a quienes, en condiciones aptas para el desarrollo personal, les iría bien
en la vida, ¿es posible esto?, tristemente si!, la razón aplaudimos y toleramos
más la mediocridad que la excelencia, tenermos la tendencia a optar por
“atajos” para llegar al éxito, lo que desestima la laboriosidad y promueve antivalores,
que van del tráfico de influencias al recurso a conductas abiertamente
antijurídicas. Antivalores que no sólo dañan la esencia moral de la sociedad
sino que son evidentemente contrarios a la producción de riqueza social.
Actualmente los valores que se promueven desde la
educación, suya papel es vital en la sociedad colombiana dejan mucho que
desear. Observando ésto, y viendo la tendencia de los que promueve con los
"nuevos valores sociales", nos ha llevado a preguntarnos ¿Qué
incidencia tiene la educación en la formación y desarollo del capital social?. Esto
comenzaremos a debatirlo en nuestra próxima entrada en el blog.
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