sábado, 20 de junio de 2015

Historia del Análisis Económico desde Joseph A. Schumpeter

Una secuencia de entradas en nuestro blog tiene la intención de describir lo que Schumpeter llama “proceso de filiación de las ideas científicas”, reflejado en el esfuerzo humano por entender los fenómenos económicos que producen, perfeccionan y derriban indefinidamente estructuras analíticas. ¿Acaso es importante conocer la historia para el desarrollo?, ¿lo que ocurre actualmente tiene antecedentes?, ¿las ideas cientificas tienen implicaciones en nuestro desarrollo?

El convencimiento que un hombre posee la verdad de sus conocimientos admite grados que van desde la duda hasta la opinión. La primera nos muestra una fluctuación entre la afirmación y la negación de una determinada situación sin inclinarse hacia una de las alternativas, mientras que la opinión, refleja la adhesión a una proposición sin excluir la posibilidad de que sea falsa. Lo que se refleja en esta primera entrada es que desde la historia, como cualquier hombre, una persona se ve obligada a opinar porque la limitación de su conocimiento le impide alcanzar siempre la certeza sobre los mismos hechos que describirá a lo largo de un texto como el de Schumpeter.

Sin embargo, no todo es opinable, lo que se conoce de forma inequívoca, como son los hechos históricos, no es opinable sino cierto. De igual forma, no se puede tomar lo cierto como opinable, ni viceversa, no se puede opinar que la Tierra es mayor que la Luna, ni asegurar que las teorías clásicas son la mejor forma económica que la Keynesiana. La certeza se fundamenta en la evidencia, y la evidencia no es otra cosa que la presencia patente de la realidad, algo que a mi concepto, la historia nos ofrece, lo que hace que se pueda opinar, algo que el autor prefiere dejar de lado y solo lo hace como si estuviera obligado hacerlo – al menos en la introducción-.  La evidencia es mediata cuando no se da en la conclusión sino en los paso que conduce a ella. Estas evidencias se apoyan no en propios razonamientos, sino en segundas o terceras personas a lo largo de la historia. Si no admitiéramos su valor, la ciencia, en este caso económica, no progresaría, no existiría enseñanza, apenas se viajaría, leer (y menos doctrinas) no tendría sentido...es decir, si sólo concediésemos valor a lo conocido por uno mismo, la vida social, además de estar integrada por individuos ignorantes, sería imposible. Por tanto, sea hace necesario y razonable dar crédito, creer, en este caso, a la historia del análisis económico que le da Schumpeter a lo largo de su libro: Historia del Análisis Económico.

Pero sería un terrible error abrazar una doctrina como la verdad de un hecho puro y simple porque la historia lo dice. La mente humana es un sorprende regalo de Dios y nadie la entiende completamente, pero se sabe dos cosas que puede hacer: razonar e imaginar. La primera es como calcular, lo que nos lleva a los conceptos, opiniones ó consideraciones, mientras que la imaginación nos lleva a ideas ó posibilidades. Aunque ambas trabajan dentro de nuestra mente (procesador), la mayoría de los seres humanos opera más o por la razón o por la imaginación.  Mientras se puede ser buenos razonadores llenos de lógica y sentido común, se puede al mismo tiempo ser débiles en creatividad para ver posibilidades.

La historia del análisis económico, o de cualquier otro libro, debe razonarse y a su vez imaginarse, para así, extraer los conceptos, opiniones y consideraciones de quienes la vivieron en un contexto determinado y que identifica el autor. Pero a su vez, se debe tener la imaginación necesaria para buscar la esencia de las doctrinas, entender el pensamiento del autor y crear una opinión acerca de su propuesta, que permita crear nuestro propio pensamiento sobre cada situación con una ley de atracción, donde atraeremos aquello a lo que más le prestemos atención, hasta hacerlo parte del ser. Lo que finalmente significa que, lo que analicemos de los pensadores históricos, plasmados en doctrinas, lo que pensemos hoy por medio del análisis que se realice, es en lo que nos convertiremos mañana, porque en definitiva, los pensamientos proceden a las acciones y para el desarrollo es vital entenderlo.

Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-

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