jueves, 22 de enero de 2015

Expectativas Racionales


En medio de los diversos cambios que de forma permanentemente trae la vida en nuestro desarrollo personal y empresarial, frente a las noticias que se reciben por todos los medios, la espera suele atormentar los corazones e inquietarlos hacia un futuro incierto y que no resulta evidente, por lo que se suele hablar de tener una fe ciega o mantener una expectativa racional, en esta entrega competiremos lo que se plantea frente a lo segundo.  

La paternidad de las Expectativas Racionales se le reconoce a J. F. Muth (1961), quien las define en la utilización eficiente de toda la información disponible y que dependen de la estructura completa del sistema económico; por ello las expectativas racionales según Muth serían esencialmente iguales a las predicciones de la teoría económica importante.

Hablar de expectativas racionales sobre el análisis económico fue prácticamente nulo hasta que, alrededor de diez años más tarde de la publicación del trabajo de Muth, cuando un grupo de economistas neoclásicos percibió que se trataba de una hipótesis prometedora para su aplicación a los problemas macroeconómicos por ser plenamente compatible con el principio metodológico total de la economía neoclásica: el comportamiento optimizador de los agentes económicos. Al mismo tiempo se advertía que la hipótesis de las expectativas adaptativas vulneraba ese mismo principio.

Dentro de los supuestos fundamentales de la nueva escuela clásica, encabezada por Lucas, Sargent, Wallance y Barro ha desarrollado una manera de ver el mundo económico basándose en un paradigma llamado expectativas racionales. El postulado fundamental de esta teoría se basa en la creencia que los individuos forman sus expectativas utilizando toda la información que tienen a su alcance. Este supuesto garantizaría, por ejemplo, que los gobiernos no podrían engañar a la opinión pública, pues ésta tiene acceso a la misma información y puede entender y analizar para tomar decisiones.

Los teóricos de las expectativas racionales suponen que las personas han aprendido perfectamente el comportamiento sistemático de los demás. Si esto es así, alguien nos podría engañar a todos una vez, pero sólo una vez, ya que aprenderíamos rápidamente su conducta. El problema es que las expectativas deben estar fundamentadas en hechos concretos, que permita creer en lo que escuchan, y actuar en consecuencia. El supuesto de la racionalidad de las expectativas es interpretado a veces de forma equivocada como una pretensión que las previsiones de los agentes son siempre acertadas; es una interpretación equivocada; si las expectativas de los agentes son racionales, seguirán cometiendo errores, pero diferentes en cada ocasión.

En el mundo en que se desenvuelven las expectativas racionales las relaciones no están exactamente determinadas sino que están sometidas a efectos e influencias imprevisibles, aleatorias; las expectativas por tanto no serán perfectas y existirá cierta probabilidad que resulte erróneas. No obstante, de acuerdo con las expectativas racionales los individuos utilizarán eficientemente toda la información disponible y tendrán éxito en eliminar todo error de expectativa que se presente con regularidad; los errores que resten serán puramente aleatorios y no dependerán de manera sistemática de alguna otra variable explicativa que pudiera ser conocida en el momento de hacer el pronóstico.

No es extraño encontrar que la bibliografía en defensa de estos modelos haya sido seguida por una extensa bibliografía que la crítica y justifica las políticas de estabilización keynesianas. Las críticas más sobresalientes, se concentran no tanto en las propias expectativas racionales, esto es, en el principio que los individuos son optimizadores y tratan de hacer el mejor pronóstico posible con la información disponible.

Bajo este enfoque de expectativas racionales, de aprendizaje de los agentes y de reflexión crítica de diversos economistas, se puede concluir que cualquier decisión que se realice sistemáticamente podría ser neutral aun en el corto plazo porque el agente prevé “racionalmente” las situaciones; algo que es en la práctica es poco realista que hagan los agentes, aunque en la teoría funcione.

Sin embargo, se puede también concluir del modelo algo más estimulante para que las expectativas racionales funcionen como mecanismo imprescindible para tomar decisiones es se tendría que tener toda la información posible, algo que no ocurre. Otro factor interesante de las expectativas racionales es que pueden crear círculos virtuosos, al igual que círculos viciosos. Por ejemplo, si se repitiera el caso de una Institución en la que se tuvo en un momento la creencia que estaba en problemas y pronto quebraría. ¿Qué pasaría?, seguramente lo mismo que en esa oportunidad, los involucrados saldrían rápidamente y no desearían tener ninguna relación con ella. Si todo el mundo construye la misma expectativa sobre la calidad de dicha institución o de cualquiera, y corren a tomar decisiones improvisadas, incluso desde el mismo gobierno, se producirá un círculo vicioso que haría que la institución quiebre independientemente de si antes tenía o no problemas. Una vez que la institución se acabe, entonces los agentes dirían entre ellos "viste, te lo dije, la institución "X" quebró". Este tipo de predicciones auto cumplidas son muy peligrosas y pueden hacer mucho daño, tanto para el desarrollo de las instituciones públicas como privadas.

Por último, se puede concluir o abrir el debate que las expectativas racionales y el comportamiento que se tiene frente a ellas, se resumen en el proverbio:

“La esperanza que se demora es tormento del corazón; pero árbol de vida es el deseo cumplido”

Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-

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