martes, 20 de noviembre de 2018

Disminuir o abolir la institución carcelaria

En el marco del reciente Congreso Internacional: Presunción de inocencia, libertad y abolicionismo, realizado en la Universidad Externado de Colombia, surgió en el panel de discusión, en que el que tuve la oportunidad de participar, surgió una importante pregunta: “¿Ante el estado de cosas inconstitucional carcelario es necesario disminuir o abolir la institución carcelaria?”, en la presente entrada compartimos la respuesta dada, quedando abierto a las posiciones que se deseen plantear.



Con el estado de las instituciones carcelarias como las tenemos la primera respuesta casi emotiva es: ¡Por supuesto! Debemos abolirlas… pero quiero hacer algunas precisiones, porque la respuesta, pienso que no es un si o no, va más por un “depende”:

El país se acostumbró a ver año a año lo que ocurre en las cárceles, pareciera ser parte del orden social, económico y político aceptado.

La indignidad carcelaria está naturalizada en nuestra sociedad.

Pensar en abolir requiere cambios sociales, culturales y políticos de fondo.

Hay que tener presente que en la cárcel hay personas, no objetos, no estamos pensando en si abrimos o cerramos una panadería; allí, en los ERON se encuentran valiosos servidores penitenciarios y personas privadas de la libertad PPL. 

Nuestras instituciones carcelarias refleja lo que actualmente es nuestra sociedad.

Nuestra sociedad lo que espera, acepta y desea; y ve como única solución es la cárcel; muchas veces más con un sentimiento de venganza que con un deseo de justicia.

Lo que tenemos que cuestionarnos es la manera como sociedad entendemos lo que es “sanción” y “castigo”, ya que se ve a la cárcel como el lugar que cumple esa función en la sociedad; pero ¿es la única manera?

Cuando estamos pensando en abolir, sólo pasa por nuestra mente los PPL, pero quiero recordar que allí trabajan personas, cuyo trabajo tiene escaso reconocimiento social; es algo que no da prestigio, es mal remunerado con relación a la exigencia que presenta, fuertemente jerarquizado, y quienes están en la convivencia diaria con los internos tienen escaso poder de decisión frente a situaciones que se presentan repentinamente.

La institución carcelaria se debe mantener si se cumplieran procesos de Atención Integral, como la “prestación de los servicios esenciales para el bienestar del interno (a), durante el tiempo de reclusión” … Entre ellos se encuentran: “salud, alimentación, habitabilidad, comunicación familiar, desarrollo espiritual, asesoría jurídica y uso adecuado del tiempo libre”, pero esto no se está dando y es difícil cuando tenemos: a septiembre de 2018 había cerca de 186.938 PPL (población reclusa) de la cual el 98.2% está a cargo del INPEC (183.506) y de ella el 64% (119.125) es intramural. Es decir, 67.813 (36.2%) está bajo una medida diferente a la intramural. Detención domiciliaria (sindicados) y prisión domiciliaria (PPL).

Si nuestro concepto de cárcel es que se tiene que es: “el espacio físico en el cual se encuentra la persona privada de la libertad y su entorno, donde se desarrolla un estilo de vida particular de supervivencia, adaptación, sometimiento, interacción cultural, social y educativa dentro del sistema”, pues por supuesto que no.

Pero el tema va más allá de abolirla, es cierto, diversas sentencias de la Corte Constitucional resaltan a la cárcel como un espacio “indigno, cruel e inhumano”, pero como no se va a dar esto si tenemos una situación de hacinamiento, que actualmente ronda el 48,5% y observamos la inoperancia de la justicia que mantiene el 33,6% de sindicados en las cárceles; bajo estos escenarios por supuesto que hay que abolir… pero…:

        … pero depende de mejor pensar… la cárcel sería para qué tipo de delitos (actualmente es para todo y la sociedad lo ve como la solución a todo) …
        … pero depende de qué tipo de población debe ir a la cárcel, qué tipo de conductas sancionamos por medio de la cárcel…
        … pero depende mejor de pensar en otro paradigma diferente como sociedad, d preguntarnos cómo queremos que sea castigado el incumplimiento de la ley…
        … pero depende, de cuáles de todas las innumerables leyes que tenemos, su incumplimiento realmente queremos que exista la institución carcelaria para sancionarla; o no sería mejor depurar nuestra compleja legislación y hacerla sencilla, con la claridad de que si y que no.
        … pero depende, de la infraestructura que queremos de cárcel, como vimos nosotros el tamaño ¡sí importa!
        … pero depende, qué tipo de atención vamos a tener allí; porque la falencia en los tratamientos no es culpa de los funcionarios que están a cargo, hay tantas variables que influyen: infraestructura, falta de personal, recursos, etc., que impiden hacer una buena labor
        … pero depende, de conocer la realidad y no armar supuestos… como dijimos cada ERON es diferente y en algunos lugares puede funcionar una cárcel en su entorno, en otros no.
        … pero depende de dónde salen los recursos, solamente, el precio de mantener a un preso en las cárceles colombianas es cerca de $2‘000.000 al mes pagados por nosotros; ¡acaso no vale la pena pensar que la institucionalidad carcelaria sea sostenible… porque por eso, los internos nos manifestaron es mejor estar acá, aquí nos garantizan el derecho a vivienda, alimentación, salud y educación… por favor!, hay más garantía de derechos adentro que afuera, esto si es un gran estímulo para mantener la institucionalidad.
        … pero depende de qué tipo de alternativas tengamos para “castigar” o “sancionar” el incumplimiento de la ley.
        … pero depende que el gobierno de turno no siga haciendo populismo punitivo, mostrando a la cárcel como la panacea de la solución a todos los problemas de seguridad.
         … pero depende también que la justicia, se tome en serio su papel en la sociedad, en la actualidad se vive el menor nivel de credibilidad institucional en la justicia en el país, tanto así que la sociedad se acostumbró a tomarla por sus manos al ver que no opera.
         … pero también depende de cambiar condiciones sociales, las costumbres políticas sobre los bienes públicos y nuestra cultura corrupta de creernos vivos por incumplir desde las normas más básicas hasta aplaudir la “viveza” de los que la “supieron hacer”, porque en la cárcel hay muchos que no deberían estar, pero afuera hay muchos que si deberían estar.

     En conclusión, abolir suena emotivamente bien, como pensar que por medio de las leyes se acaba la corrupción o que hay que mandar a la cárcel a todos; pero racionalmente, acaso no es mejor centrar la discusión como sociedad sobre qué leyes si y cuáles no, qué tipo de delito queremos sancionar con cárcel y cuáles con otras alternativas,  cómo queremos impartir justicia, qué tipo de cárcel y para qué tipo de población, qué otras alternativas de sanción aprobamos; eso sí deberíamos esforzarnos por abolir las circunstancias que están llevando a que cada año crezca más la población de las cárceles que la disminución de los indicadores de pobreza y corrupción en nuestra nación.

Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-

2 comentarios:

  1. Ordenar y estandarizar el Sistema y no las Instituciones Carcelarias; hoy al igual que las Universidades atienden no sólo a la organización mental de quienes las administran y siempre sí a los intereses de sus patrocinadores. Considero que las cárceles deben existir y ser unidades económicamente productivas e incluso podrían llegar a ser auto-sostenibles.

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