En el marco del reciente Congreso
Internacional: Presunción de inocencia, libertad y abolicionismo, realizado en
la Universidad Externado de Colombia, surgió en el panel de discusión, en que el que tuve la
oportunidad de participar, surgió una importante pregunta: “¿Ante el estado de
cosas inconstitucional carcelario es necesario disminuir o abolir la
institución carcelaria?”, en la presente entrada compartimos la respuesta dada,
quedando abierto a las posiciones que se deseen plantear.
Con el estado de las instituciones carcelarias como las tenemos la
primera respuesta casi emotiva es: ¡Por supuesto! Debemos abolirlas… pero
quiero hacer algunas precisiones, porque la respuesta, pienso que no es un si o
no, va más por un “depende”:
El país se acostumbró a ver año a año lo que ocurre en las cárceles,
pareciera ser parte del orden social, económico y político aceptado.
La indignidad carcelaria está naturalizada en nuestra sociedad.
Pensar en abolir requiere cambios sociales, culturales y políticos de
fondo.
Hay que tener presente que en la cárcel hay personas, no objetos, no
estamos pensando en si abrimos o cerramos una panadería; allí, en los ERON
se encuentran valiosos servidores penitenciarios y personas privadas
de la libertad PPL.
Nuestras instituciones carcelarias refleja lo que actualmente es nuestra
sociedad.
Nuestra sociedad lo que espera, acepta y desea; y ve como única solución
es la cárcel; muchas veces más con un sentimiento de venganza que con un deseo
de justicia.
Lo que tenemos que cuestionarnos es la manera como sociedad entendemos
lo que es “sanción” y “castigo”, ya que se ve a la cárcel como el lugar que
cumple esa función en la sociedad; pero ¿es la única manera?
Cuando estamos pensando en abolir, sólo pasa por nuestra mente los PPL,
pero quiero recordar que allí trabajan personas, cuyo trabajo tiene escaso
reconocimiento social; es algo que no da prestigio, es mal remunerado con
relación a la exigencia que presenta, fuertemente jerarquizado, y quienes están
en la convivencia diaria con los internos tienen escaso poder de decisión
frente a situaciones que se presentan repentinamente.
La institución carcelaria se debe mantener si se cumplieran procesos de
Atención Integral, como la “prestación de los servicios esenciales para el
bienestar del interno (a), durante el tiempo de reclusión” … Entre ellos se
encuentran: “salud, alimentación, habitabilidad, comunicación familiar,
desarrollo espiritual, asesoría jurídica y uso adecuado del tiempo libre”, pero
esto no se está dando y es difícil cuando tenemos: a septiembre de 2018
había cerca de 186.938 PPL (población reclusa) de la cual el 98.2% está a cargo
del INPEC (183.506) y de ella el 64% (119.125) es intramural. Es decir, 67.813
(36.2%) está bajo una medida diferente a la intramural. Detención domiciliaria
(sindicados) y prisión domiciliaria (PPL).
Si nuestro concepto de cárcel es que se tiene que es: “el espacio
físico en el cual se encuentra la persona privada de la libertad y su
entorno, donde se desarrolla un estilo de vida particular de supervivencia,
adaptación, sometimiento, interacción cultural, social y educativa
dentro del sistema”, pues por supuesto que no.
Pero el tema va más allá de abolirla,
es cierto, diversas sentencias de la Corte Constitucional resaltan a la
cárcel como un espacio “indigno, cruel e inhumano”, pero como no se va a dar
esto si tenemos una situación de hacinamiento, que actualmente ronda el 48,5% y
observamos la inoperancia de la justicia que mantiene el 33,6% de sindicados en
las cárceles; bajo estos escenarios por supuesto que hay que abolir… pero…:
…
pero depende de mejor pensar… la cárcel sería para qué tipo de delitos
(actualmente es para todo y la sociedad lo ve como la solución a todo) …
…
pero depende de qué tipo de población debe ir a la cárcel, qué tipo de
conductas sancionamos por medio de la cárcel…
…
pero depende mejor de pensar en otro paradigma diferente como sociedad, d
preguntarnos cómo queremos que sea castigado el incumplimiento de la ley…
…
pero depende, de cuáles de todas las innumerables leyes que tenemos, su
incumplimiento realmente queremos que exista la institución carcelaria para
sancionarla; o no sería mejor depurar nuestra compleja legislación y hacerla
sencilla, con la claridad de que si y que no.
…
pero depende, de la infraestructura que queremos de cárcel, como vimos nosotros
el tamaño ¡sí importa!
…
pero depende, qué tipo de atención vamos a tener allí; porque la falencia en
los tratamientos no es culpa de los funcionarios que están a cargo, hay tantas
variables que influyen: infraestructura, falta de personal, recursos, etc., que
impiden hacer una buena labor
…
pero depende, de conocer la realidad y no armar supuestos… como dijimos cada
ERON es diferente y en algunos lugares puede funcionar una cárcel en su
entorno, en otros no.
…
pero depende de dónde salen los recursos, solamente, el precio de mantener a un
preso en las cárceles colombianas es cerca de $2‘000.000 al mes pagados por
nosotros; ¡acaso no vale la pena pensar que la institucionalidad carcelaria sea
sostenible… porque por eso, los internos nos manifestaron es mejor estar acá,
aquí nos garantizan el derecho a vivienda, alimentación, salud y educación… por
favor!, hay más garantía de derechos adentro que afuera, esto si es un gran
estímulo para mantener la institucionalidad.
…
pero depende de qué tipo de alternativas tengamos para “castigar” o “sancionar”
el incumplimiento de la ley.
…
pero depende que el gobierno de turno no siga haciendo populismo punitivo,
mostrando a la cárcel como la panacea de la solución a todos los problemas de
seguridad.
…
pero depende también que la justicia, se tome en serio su papel en la sociedad,
en la actualidad se vive el menor nivel de credibilidad institucional en la
justicia en el país, tanto así que la sociedad se acostumbró a tomarla por sus
manos al ver que no opera.
…
pero también depende de cambiar condiciones sociales, las costumbres políticas
sobre los bienes públicos y nuestra cultura corrupta de creernos vivos por
incumplir desde las normas más básicas hasta aplaudir la “viveza” de los que la
“supieron hacer”, porque en la cárcel hay muchos que no deberían estar, pero
afuera hay muchos que si deberían estar.
En conclusión, abolir suena
emotivamente bien, como pensar que por medio de las leyes se acaba la
corrupción o que hay que mandar a la cárcel a todos; pero racionalmente, acaso
no es mejor centrar la discusión como sociedad sobre qué leyes si y cuáles no,
qué tipo de delito queremos sancionar con cárcel y cuáles con otras
alternativas, cómo queremos impartir justicia, qué tipo de cárcel y para
qué tipo de población, qué otras alternativas de sanción aprobamos; eso sí
deberíamos esforzarnos por abolir las circunstancias que están llevando a que
cada año crezca más la población de las cárceles que la disminución de los
indicadores de pobreza y corrupción en nuestra nación.
Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez
–CEO -Nabi Consulting-
Ordenar y estandarizar el Sistema y no las Instituciones Carcelarias; hoy al igual que las Universidades atienden no sólo a la organización mental de quienes las administran y siempre sí a los intereses de sus patrocinadores. Considero que las cárceles deben existir y ser unidades económicamente productivas e incluso podrían llegar a ser auto-sostenibles.
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