lunes, 26 de marzo de 2018

Nuestra Íntima Relación

En un escenario poco convencional para nosotros, pero en una de las instituciones sociales con mayor tradición para el desarrollo personal de cualquier ser humano, tuvimos la oportunidad de compartir un tema ideal para el cierre del mes y apropiado para una semana muy importante en las que millares de personas reflexionan sobre su presente y futuro. En está entrada comparto la exposición que hice sobre con el título mencionado deseando que para el lector resulte valioso en su desarrollo espiritual, la misma puede ser leída a continuación o consultada también en el blog oficial de IFRAN.

"Es de vital importancia que como iglesia entendamos nuestra íntima relación con Dios como un punto de partida de una verdadera vida cristiana o ministerial.  

Dios está en búsqueda de hombres y mujeres que deseen una íntima relación con Él, como principio práctico para cualquier otra relación.

En la profundidad de cada alma humana hay un lugar de encuentro, un lugar intimo que es como un castillo, donde el creyente y Dios pueden comunicarse. “Para algunos creyentes, el castillo está lleno de calor, alegría  y risa. Para otros está vacío, solitario y  casi inexistente. La relación es tuya: cultiva una intensa, productiva vida interior con el Señor o dejarla estancada y árida” Sherwood Eliot The time Life of the Believer (la Vida interior del creyente)

Voy a tratar responder tres grandes preguntas que deseo que usted tenga en cuenta:
1.    ¿Cómo estas en tú intimidad con Dios?
2.    ¿Conoces tanto de Dios que puedes ser un experto en las “cosas” de Dios o lo conoces a Él?
3.    ¿En tus relaciones buscas los beneficios o una verdaderamente intimidad?

En ocasiones tenemos una relación más íntima con nuestra mascota, sorprendentemente la mascota conoce más a su amo, que nosotros al nuestro. Le invito a que me acompañe un momento a Isaías 1: 2-3 (NTV)

“¡Escuchen, oh cielos! ¡Presta atención, oh tierra!
    Esto dice el Señor:
«Los hijos que crié y cuidé
    se han rebelado contra mí.
Hasta un buey conoce a su dueño,
    y un burro reconoce los cuidados de su amo,
pero Israel no conoce a su amo.
    Mi pueblo no reconoce mis cuidados a su favor».

Apreciada iglesia, ¿Cuándo fue la última vez que sinceramente agradeció a Dios por su cuidado?, ¿Realmente conocemos a Dios o sabemos de Él?, ¿En verdad tienes un verdadero deseo por conocer íntimamente a Dios o eres de las personas que prefieren las relaciones superficiales?... Atención, no te estoy preguntando ¿cuánto sabes acerca de Dios?, te estoy preguntando: ¿Lo conoces realmente?, ¿en verdad lo deseas?, estoy hablando que si Él es el motivo de tú vida!!.

Mis apreciados amigos, tengo una noticia, Dios está cansado de ocupar el “segundo” lugar en nuestras vidas, después de todo lo demás, o a cuántos de los que estamos nos gusta ser plato de segunda mesa, ¿qué dice una de las columnas sobre la cual se soporta toda la biblia?… acompáñeme a Deuteronomio 6:4-5 (LBA)

“Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es.Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”

Hay un común denominador en el versículo 5, ves ¿cuál es?: es todo!

“…Con todo tú corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”. El corazón indica el centro de la personalidad y, por lo tanto, de la conducta; el alma es el centro de los deseos e inclinaciones; las fuerzas representan las energías operativas del ser humano, lo que haces o lo que tienes… Ahora en verdad preguntémonos, ¿estamos amándolo con todo?

Posiblemente la respuesta es no, y esa es una respuesta sincera… Alguna vez estaba en una iglesia y el director de alabanza tocaba una canción que se llama “toma todo mi ser”…  y en su letra dice… entre otras cosas: “… Te amo, en ti está mi esperanza…toma mi vida y todo mi ser.. ” y el que dirigía decía… Alcen sus manos y dígalo con el corazón… pero en ese momento, yo me dije, un momento, eso no es cierto, yo no te amo, claro te aprecio, te quiero, quiero estar contigo, hasta conozco de ti, ya hice escuela bíblica, seminarios, talleres, ósea ya se acerca de ti... puedo hablar de ti… pero entregarte toda mi vida y todo mi ser, pues entonces para qué me la diste… pues tampoco es para tanto… pues que te dijera así estamos bien.

Lo interesante apreciados amigos es que las iglesias (no está por supuesto…otras) están llenas de personas que pueden ganar hasta competencias bíblicas porque conocen acerca de Dios; pero el punto es que conocer lo que ha hecho una persona no significa que tengas intimidad con esa persona, ni mucho menos que la ames.

Porque el amar a alguien con todo demanda conocer a esa persona, no sólo lo que ha hecho o hace, ni tampoco buscarle por interés o por lo que nos puede dar, significa buscar a esa persona por lo que es, lo que realmente importa es la respuesta que puedes dar a alguien que te dice… oye… en verdad ¿me deseas?, ¿me amas? Cuando uno realmente desea a alguien, cuando no le tiene cariño, ni aprecio, ni admiración sino desea amarlo con total intensidad se está insatisfecho todo el tiempo, porque usted no encuentra sentido de vida sin esa persona, no encuentra plenitud sin Él; usted desea que la relación crezca y cada día se haga más fuerte, que exista una fusión eterna entre esa persona y usted, que Él sea el objeto y la causa de sus ansias; sin importar el resto, usted sólo va detrás de su amado sin importar lo que las demás personas tengan que decir, y para ello, se requiere que anhelemos y busquemos una relación íntima con Él.


La intimidad es el resultado de un deseo mutuo: Moisés vino al encuentro con Dios y Dios vino al encuentro de Moisés. La intimidad incluye cercanía, búsqueda, ansias de estar con la otra persona e indudablemente un deseo de querer encontrarse cada momento con esa persona.

La intimidad implica un deseo mutuo, la buena noticia es que ya una de las partes, Dios, siempre ha estado listo, está listo y estará siempre listo porque desea con enormes ansias estar en intimidad con nosotros, la pregunta es ¿y tú estás buscando el rostro de Dios?

¡Iglesia! dejemos de estar satisfechos por andar como vecinos de Dios que nos saludamos y ya, es hora de contemplar su rostro, es hora de mirarle a Él, es el momento que le conozcamos de tal manera que no necesitemos una voz de trueno detrás de un púlpito para enderezar nuestros caminos, sino que podamos ver las emociones de Dios en su rostro, porque estamos buscando su rostro.

Yo no sé si usted recuerda a alguno de sus padres o quien era su acudiente, pero yo recuerdo a mi abuelita y a mi mamá, cuando estábamos en una visita, no necesitaban decir nada, pero sólo su mirada me decía todo, le conocía de tal manera que su rostro, su mirada me decían qué estaban pensando, qué implicaciones iba a tener, qué me esperaba y qué le estaba molestando o deseaban. Ahora pregunto, ¿cuándo Él nos mira, estamos dispuestos a decir “no puedo hacer eso, decir eso, ver tal cosa o ir a tal sitio, porque sé que desagradaría a mi Padre, o debo hacer esto aquello que se es su voluntad” o es que no le reconocemos?, recordemos por un momento la escena cuando Jesús no dijo ni una sola palabra pero miro a Pedro y con ello fue suficiente, acompáñame a Lucas 22:61-62 (NTV):

“En ese momento, el Señor se volvió y miró a Pedro. De repente, las palabras del Señor pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces». 62 Y Pedro salió del patio, llorando amargamente”

Amada iglesia Dios está en todo lugar, pero no dirige su rostro y su favor a todo lugar. Podemos ser hijos de Dios y no tener su favor, así como con nuestros hijos terrenales pueden no gozar de nuestro favor, aunque siguen siendo nuestros hijos; Él está con usted y conmigo en toda ocasión, pero ¿cuánto hace que su hambre de Dios lo hizo buscarlo con total intensidad que no importará nada más que estar con Él?, así como un niño que desea estar con sus padres, no con lo que le dan su padres, no con lo que hacen sus padres, no con lo que tienen sus padres, sino sencillamente estar en el regazo de sus padres, estar con ellos, estar en su presencia, estar en intimidad, tan cerca que se pueda escuchar su respirar. ¡Intimidad con Él! Eso es lo que Dios ha deseado y desea con nosotros, y nuestro objetivo debe ser su rostro.

Iglesia, recordemos, una íntima relación con Dios siempre nos traerá su bendición porque le queremos  Él, pero la búsqueda de sus bendiciones no siempre nos traerá una íntima relación Él.
El Señor está diciéndonos que no es suficiente con ser bendecidos, no basta con recibir dones, talentos, tener ministerios, estar caminando en la unción divina, ver milagros y demás; es momento de dejarnos de emocionarnos con lo que el Señor nos puede dar, es hora de emocionarnos con Él.

Miremos dos cosas: 1. algunas barreras que impiden una íntima relación, y 2. por dónde comenzar a tener intimidad.

Algunas Barreras:
       La superficialidad. Queremos relaciones sin compromiso, que satisfagan nuestro momento, que sean útiles pero sin profundidad, porque no hay tiempo para conocernos o sencillamente no nos interesa. Incluso nos concentramos en juzgar en lo que Dios está haciendo con el otro, en lugar de concentrarnos en relacionarnos con Él.
Fallamos al priorizar. Lo urgente mata lo importante, nos impacientamos, nos estresamos, nos resentimos con el otro porque no responde, porque no hace o tiene lo que yo quiero y sacrificamos nuestras relaciones, olvidando lo que la otra persona significa para mí.
     Nos centramos en la información y no en la relación. Buscamos saber mucho acerca de alguien y asumimos por lo que nos cuentan o por lo que investigamos, pero fallamos en pasar tiempo con esa persona para conocerle cada día más, porque en el fondo sabemos que nuestras caretas caen en la intimidad y pensamos que así dejaremos de ser aceptados por el otro.

Por dónde comenzar:
a)    Hemos llegado al momento de la decisión, Dios quiere intimidad con nosotros, pero debemos de decidir o por una relación de respeto distante o por una relación íntima. Ustedes recuerdan cuando en Éxodo 20:18-21 el pueblo decidió mantenerse a la distancia y prefirió que fue Moisés el que se acercará a Dios… Lo volvieron un dios!, pero ahora pasa lo mismo con el pastor, líder o el hermano, que queremos tenga intimidad con Dios por nosotros.  Te preguntó dónde quieres estar tú “contigo a la distancia amado mío” –como dice un bolero-, o te acercarás como Moisés a donde esta Dios, cueste lo que cueste, es tú decisión.

b)    Hoy es el día en que debemos enfrentar el mismo desafío que encararon los hijos de Israel miles de años atrás: revelarme o entrar, ¿entrar a dónde? ¡A su misma presencia!, el mismo Isaías 1: 16-18 (NTV)nos dice:

“¡Lávense y queden limpios! Quiten sus pecados de mi vista. Abandonen sus caminos malvados. Aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia y ayuden a los oprimidos. Defiendan la causa de los huérfanos y luchen por los derechos de las viudas. »Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto—dice el Señor—Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana.”

Aceptarás la invitación o dirás, mira luego miramos nuestras agendas y te aviso si tengo espacio en ella, tú entiendes tengo otras prioridades en este momento, pero seguimos en contacto, ¡no te pierdas!, ¡no me llames, yo te llamo!.

c)  Es hora de decidir si seguirás teniendo “citas” con Dios o te pondrás el anillo de compromiso; lo primero te permitirá tener emociones con Él, ser como una amiguita de citas, tener un pasatiempo, pasarla chévere; pero lo segundo nos lleva a convertirnos en una novia, en una prometida, en alguien que quiere “unirse” con el novio por la eternidad. Recuerda Jesús viene pronto por una novia no por una amiguita de citas a ciegas.
d)    Debes saber que la intimidad con Dios te va a exigir cierto grado de quebrantamiento, porque implicará quitarnos cualquier mascara y ser tal como somos, exponiéndonos para que Él quite todo velo de nosotros y podamos ser transformados y libres ante Él y ante los demás. 2 Corintios 3:16-18 (NTV) nos dice:

“En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.”

Dios nos está llamando a un nivel más alto, nos está llamando a estar en intimidad con Él, pero también puedes en este momento dar la espalda y seguir siendo un “buen cristiano” que conoce las cosas de Dios, tiene las disciplinas cristianas porque es lo “correcto” y pues vamos a la iglesia porque “toca”. Sólo te dejo está pregunta te gusta estar en una relación porque no hay de otra o porque la deseas ardientemente. "

Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-

No hay comentarios:

Publicar un comentario