Tras
haber sido formado académicamente tanto en pregrado como en posgrados, y haber
ganado experiencia por trabajar en diversos desarrollos con clientes, como
consultor estoy viviendo una etapa donde la búsqueda y mantenimiento de
clientes es parte de la rutina estratégica y diaria. Paralelamente, el cumplir estar felizmente casado y tener dos hijos, me ha llenado de
alegría pero también me viene haciendo esforzarme principalmente en desarrollar
mejores canales de comunicación. Sin
embargo, debo confesar que, aunque busco tomar en mi vida decisiones
conscientes, los diversos escenarios
donde me muevo y las circunstancias coyunturales que estoy viviendo en el
momento que escribo esta entrada, se han convertido en desafíos cargados de
enorme placer, principalmente en dos lugares donde vengo practicando
activamente con los sentimientos: la familia y la empresa.
El primer escenario: la familia, inicia cuando en el año 2005, decidí contraer matrimonio con una mujer espectacular…bueno ¡ella también decidió lo mismo!, allí comenzó una de las mejores etapas de nuestras vidas. Tres años después, nació nuestro primer hijo, quién es uno de los protagonistas centrales de esta entrada, él ha sido un gran gozo llenando nuestro hogar de alegría pero también el mayor desafío que como padres enfrentamos para lograr desarrollar la capacidad de participar en sus sentimientos o ideas, en otras palabras en lograr Empatía.
Indudablemente
como nuevos padres, podríamos pensar que estamos recibiendo el pago justo, como
hijos nos quejábamos que nuestros padres “no nos entendían” y aunque parezca
increíblemente natural nuestro pequeño, siente que no lo
entendemos. Pero el lector se preguntará ¿por qué escoger hablar de un niño en
una empresa de adultos?, ¿por qué sí estamos hablando de consultoría empresarial,
nos sumergimos en un entorno familiar?, y sobre todo, ¿qué tiene que ver la
historia de un niño con el protocolo y la comunicación de los consultores?.
Pues la respuesta tiene tanta complejidad como sencillez y está relacionada con
dos palabras claves: Competencias comunicativas.
La consultoría, como la veo yo, es un proceso de comunicación
interpersonal en el que saber utilizar correctamente el lenguaje, facilita el
entendimiento y ayuda a validar los sentimientos del otro. ¡Vaya tarea difícil
con un pequeño!, que quiere manifestar lo que siente y que como
padres lo entendamos. Desarrollar
hijos puede ser una tarea difícil, como lo es desarrollar personas en un aula
de clase o desarrollar empresas; pero aunque todas tienen sus desafíos la
primera tiene trascendencia eterna.
El
desarrollar en cualquier escenario lleva a dar respuesta a cambios planeados o
no, con complejas pero prácticas estrategias pedagógicas que logren comunicar
de manera adecuada creencias, actitudes, valores y estructuras mentales a las
personas, a las empresas y a nosotros mismos para que podamos adaptar mejor a
los diversos cambios que el mundo plantea a las organizaciones y a las personas
que las conformamos.
En ese desarrollo
que como padres enfrentamos, se presentan escenarios donde el centro de las
competencias comunicativas se da con nuestros hijos, transfiriendo creencias,
actitudes, valores, etc., necesarios para que puedan enfrentar mejor los
cambios que el mundo plantea; lo cual se vuelve especialmente complejo, cuando
enfrentamos una cultura que batalla con fuerza en contra de los padres
queriendo ganar el corazón y la mente de nuestros hijos para determinar en
ellos lo que se suponen deben ser. Desarrollarlos en el siglo XXI requiere la
sabiduría que tenía Salomón pero también la determinación de un deportista de
alto rendimiento que no desfallece ante los obstáculos que se presenten.
Curiosamente,
el mundo en la actualidad está lleno de sofisticados sistemas de comunicación,
pero desafortunadamente muy poco hemos mejorado en entendernos los unos con
otros. El estar aprendiendo el valor de una buena comunicación con nuestros hijos tan
temprano me satisface porque me permite entender, como me ocurre al llegar a
una empresa, dónde se encuentra en la vida y qué le viene pasando, facilitando
descubrir sus fortalezas y apoyarlo en la superación de aquellos aspectos en
que requiera mejorar. La aplicación de las competencias comunicativas con nuestros hijos me han permitido aprender, que su desarrollo, al igual que en una empresa,
es la mejor manera de influir en ellas.
El otro
escenario en que el que se ha venido dando un desarrollo paralelo ha sido en la
consultoría empresarial. Ésta aventura comienza un año después del nacimiento
de nuestro primogénito, y se genera producto de un cambio dramático en mi
carrera profesional. A los ocho meses de haber nacido nuestro hijo, la empresa
donde trabajaba consideraba que aunque obtuviera una evaluación de desempeño
inicial de 4.7/5.0 no cumplía con las competencias del cargo, básicamente por
falta de empatía con el jefe, y por lo tanto debía irme. La decisión de dejar
un trabajo con proyección generó gran preocupación pero a su vez gran
esperanza. Preocupación porque comenzaron a pasar las semanas, los meses y la
anhelada “seguridad laboral” no llegaba, y esperanza porque cuando Juan (el
hijo de la historia) dio sus primeros pasos, me di cuenta que quería ver y
participar en el desarrollo de mi hijo en todas sus etapas de forma cercana y
por lo tanto, decidí dejar de buscar un empleo con “seguridad” para crear una
empresa en asesoría y consultoría para el desarrollo de las instituciones
llamada Nabi Consulting.
Con toda
franqueza, me preguntaba si lo iba a lograr y si alguna vez tendría clientes
que me buscarán. Afortunadamente, ese mismo año comencé, de forma paralela, una
pasión que tenía desde la universidad y fue mi carrera como docente, la cual la tuve por más de 7 años. Ser
empresario ha sido un acto de absoluto coraje, me llevó de pasar de la idea que
tenía por años, a la acción, lo cual fue lo más complicado. En ocasiones aunque
tenemos visión, nos paralizamos ante los desafíos y las mejores ideas y las más
valiosas intensiones se pierden por falta de coraje.
El coraje nos ha llevado a adquirir compromisos, conmigo mismo y con los
demás. Conmigo mismo, porque me ha permitido transformar visiones y propósitos
en acciones concretas, ante el propio ofrecimiento de ser empresario vino la
aceptación, siendo la manera de comprobarme que lo que creía o lo que esperaba
para saber si era cierto, era haciéndolo. El compromiso con los demás da mayor valor a nuestra palabra ante las personas, las promesas se han convertido en
realidad, lo cual ha convertido a Nabi Consulting en una empresa confiable, algo que activamente se practica, no se dice sino se vive con los sentimientos sinceros.
Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-
Desarrollado por: Giovanny Paredes Alvarez –CEO -Nabi Consulting-
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