Buscando sumergirnos en el interrogante planteado en el blog anterior y para lograr comprender el interrogante planteado, Nabi Consulting parte de una serie de directrices orientadores que buscan
identificar desde la percepción de los colombianos, desde la teoría y de los
actores implicados en la educación, la incidencia que tiene ésta en la formación del capital
social. Resulta interesante conocer y los invitamos a indagar
en asuntos como:
ü En que consisten los conceptos
de capital social?
ü Son importantes los avances
educativos que ha tenido Colombia en los últimos años?
ü Los sistemas nacionales de
calidad permiten evidenciar la formación del capital social a través del
sistema educativo?
ü El papel de la educación debe
ser para el saber o para la vida?
ü La educación debe responder a
principios universales o a tendencias relativas?
La reflexión y revisión de estos asuntos deben lle
var a poner en práctica sus potenciales respuestas, con el fin de determinar su viabilidad. Nabi Consulting espera proporcionar un interés por la educación como factor formador de capital social dentro de contextos institucionales, presentando la misma, como formadora de la personalidad de los individuos y creadora de identidades de género, religión y cultura.
Todas las instituciones y ambientes donde se desarrolla la vida de los niños y jóvenes toman parte activa en la formación del capital social. Los medios de comunicación, las redes de información, los grupos políticos, las pandillas juveniles, el comercio, presentan valores, patrones de decisión y modelos de vida, en competencia. Es apenas lógico que el sistema educativo, las familias y los gobiernos quieran formular metas explicitas para la educación moral, sobre las cuales se apoye la construcción de una sociedad compasiva, justa y democrática.
El reconocimiento
de la educación en la formación del capital social y su aceptación activa como
transformadora institucional en una sociedad, resulta vital para generar un desarrollo diferente en nuestras empresas, por medio del Capital Social... pero ¿qué es Capital Social?.
El capital social es un concepto que
reúne diversos aspectos de la vida cotidiana –redes sociales, normas y
confianza entre las personas- que facilitan la acción cooperativa en busca de
objetos compartidos[1]. En efecto, la confianza en los
demás permite sobreponerse a lo que la ciencia económica define como
oportunismo, que consiste en que los individuos tienen incentivos para atentar
contra la acción colectiva. Hirschmann denomina esa confianza “recurso moral”,
y la define como el recurso cuya oferta se incrementa con el uso, al contrario de lo que ocurre con
el capital físico, que disminuye cuando se usa.
Putnam establece que el capital social
surge de asociaciones horizontales entre individuos y de su capacidad de
desarrollar densas redes de interdependencia, las cuales se reflejan en normas
culturales y de confianza interpersonal, que facilitan la coordinación y
cooperación para el beneficio mutuo.
Portes y Landolt también sugieren que
el capital social tiene consecuencias negativas cuando surge alrededor de la
solidaridad interpersonal para conspirar contra el bien público o para
restringir la libertad individual o la iniciativa empresarial. De ahí que sea
necesario distinguir entre capital social productivo y capital social perverso.
Las concepciones de capital social
tienen elementos comunes:
I.
Establecen una relación entre las
esferas económicas, políticas y sociales, y comparten la posición según la cual
las relaciones sociales afectan y a la
vez son afectadas por los resultados económicos.
II.
Se centran en las relaciones entre
los agentes económicos y la forma como las organizaciones formales e informales
contribuyen a mejorar la eficiencia de las actividades económicas.
III.
Consideran que las relaciones
sociales e institucionales convenientes son aquellas que tienen externalidades
positivas.
IV.
Reconocen que las relaciones
sociales que se crean para mejorar los resultados económicos tiene la
posibilidad de producir efectos negativos.
El Banco Mundial[2] concluye, con base en información de 192 países, que el valor del
capital humano (incluyendo el capital social) supera el del capital natural y
los bienes producidos. El Estudio pone de relieve que las ciencias económicas
concentran sus esfuerzos en el manejo de una tercera parte de la riqueza –el
capital natural y los bienes producidos-, dejando de lado la parte más
significativa de la riqueza de las naciones: el capital humano y el social. Se
concluye así que las normas de reciprocidad y las redes de compromiso afectan
en forma decisiva la eficiencia y productividad de las sociedades.
En el país la eficiencia de la
estructura institucional, en particular la garantía de cumplimiento de los
contratos, que es lo que facilita la interacción entre los individuos, es muy escasa.
Es evidente que los mercados no son eficientes y los costos de transacción son
elevados: hacer cumplir las normas resulta demasiado costoso.
En la literatura de la ciencia
política, la sociología y la antropología el capital social generalmente se refiere
a un conjunto de normas, redes y organizaciones a través de las cuales la gente
tiene acceso al poder y a recursos que sirven para la toma de decisiones y para
la formulación poética. Los economistas añaden a este enfoque su contribución
al crecimiento económico. Inglehart, identifica el capital
social como el conjunto de las creencias sociales, psicológicas y culturales y
de las normas, y señala que “es la cultura de la confianza y la tolerancia la
que da pie para que emerjan extensas redes de organizaciones voluntarias”. En
su opinión el capital social (es decir la confianza) juega un papel fundamental
para la cooperación económica y política, y se puede medir conociendo la
disposición individual a confiar en los demás y en las instituciones sociales o
sumando la participación. Putnam encuentra que en las
comunidades étnicamente heterogéneas el
manejo del bienestar común se dificulta más que en las homogéneas. En Colombia
el factor étnico no es determinante de la formación de capital social.
Otro elemento que facilita el
desarrollo de trabajos cooperativos y por ende el crecimiento es la educación
de la población. La educación impulsa el cambio de las relaciones de los
individuos con el Estado, al hacer que sean menos dependientes de las relaciones
verticales y jerarquizadas y estén más en función de las horizontales, lo que
incentiva el que la población participe e influya en la toma de decisiones. La
población más educada es la más cívica.
Putnam encontró en Italia que en las
sociedades donde las estructuras políticas son cerradas quien gobierna por lo
general es el más educado, fenómeno que es verificable en Colombia.
La confianza en los demás se
asocia con la existencia de capital social. Que esto sea así resulta obvio.
Cuando se cree y confía en los demás miembros de la sociedad se facilita
trabajar en busca de objetivos colectivos e intercambiar bienes y servicios:
quien interactúa con otros individuos no está prevenido , no considera al otro
como su enemigo, ni piensa que lo más probable es que éste le incumpla, ni que
está incurriendo en enormes riesgos. En los países con bajos niveles de
ingreso per cápita también son reducidos los niveles de confianza
interpersonal.
Cabe la posibilidad de que se estimule
el “antimodernismo” en la forma definida por Rose, que surge de la
configuración de amplias y diversas redes de asociaciones entre individuos para
sustituir las fallas de las instituciones formales y lograr lo que se desea.
Esta última situación es lo que explica la presencia de corrupción y justicia
privada en una sociedad a causa de la reducida efectividad de las instituciones
formales.
La tolerancia es contraria al
sectarismo y refleja la capacidad de los líderes y los gobernantes de hacer del
bien común el eje de los procesos políticos y de responder a los compromisos
con sus electores. Un ejemplo de ello, es cuando tienen que decidir y definir su posición sobre temas tan controversiales como el aborto.
North consideran que las instituciones
formales pueden moldear el surgimiento de capital y el comportamiento de
quienes participan en redes organizacionales.
El concepto de capital social está
cobrando cada día mayor relevancia para el análisis del desarrollo económico y
como vehículo para el sostenimiento de la democracia. Por capital social los
teóricos entienden la voluntad de cooperar y trabajar para el bienestar
colectivo.
Aunque no existe una fórmula que
permita consolidar todas las formas de capital social en un solo índice, entre
los indicadores más utilizados para su medición están la confianza
interpersonal y la participación en organizaciones voluntarias de diversa
índole, no necesariamente vinculadas al logro de propósitos económicos. En las
sociedades que presentan estas características prevalece la racionalidad social
en los términos establecidos por Toqueville. Se ha identificado,
adicionalmente, que este capital tiende a desarrollarse menos en sociedades en
las que prevalecen diferencias étnicas y sentimientos religiosos –que presentan
en sus estructuras características altamente jerarquizadas de dependencia, como
es el caso de la sociedad católica-, y en las sociedades en las que la incertidumbre frente al futuro es pronunciada. Para North y
Olson las estructuras institucionales influyen en el capital social y en sus
características.
Otras concepciones sobre capital
social la plantean Amartya sen “cuando los valores (éticos básicos de los
negocios) todavía no son desarrollados, la presencia o ausencia de los mismos
puede hacer una diferencia crucial. En el análisis del desarrollo, el capital
social como la función de la ética elemental de negocios debe ser sacada de la
oscuridad y proclamado su reconocimiento.” Francis Fukuyama “Capital Social: un conjunto de valores informales o normas compartidas
entre miembros de un grupo que permite la cooperación entre ellos mismos.” “Si
los integrantes de un grupo llegan a tener la expectativa de que los otros
actúen responsable y honestamente, llegarán a confiar el uno en el otro”. James
Coleman plantea que estos cambios en las normas y valores son complejos, pero
pueden colocarse bajo el título general de aumento de individualismo, la
confianza es un producto clave de las normas sociales cooperativas que
constituyen el capital social. Si se puede confiar en la gente porque mantiene
el compromiso y honra normas de reciprocidad y evita comportamientos
oportunistas, entonces se formarán mas fácil los grupos (comunidad) y los que
logran formarse, alcanzarán propósitos de interés común más fácilmente.
Finalmente Frank Morgan de Harvard afirma que: “Las características más
compartidas de las empresas excepcionales estudiadas son actuar coherentemente
con los valores, honestidad y rectitud con los clientes y los empleados, es
decir, formar un capital social interno”.
Con este marco conceptual definido ¿cómo incide la educación en la formación y el desarrollo del capital social?.
Según Barbes y Kaase, los mayores
niveles de educación están estrechamente relacionados con la participación en
acciones políticas desafiantes de las élites. El tema de la educación es el primer
elemento de la movilización cognitiva[3]. La educación juega un papel preponderante en las actitudes de los
individuos, como quiera que tiene lugar en la etapa formativa de la persona.
Los valores y enseñanzas inculcadas al niño y
a la juventud perduran en el tiempo y marcan hitos de comportamiento.
En Colombia “La esperanza de educación
se mantuvo sin crecimiento alguno en 1.4 años por persona desde comienzos del
siglo hasta los años cincuenta” (Departamento Nacional de Planeación, 1991:88).
Hasta entonces, “Colombia era el país que registraba el mayor atraso relativo
en educación en América Latina” (DNP, 1991). Sin embargo, a partir de 1950 y hasta
1988, “Colombia tuvo un crecimiento de su cobertura mayor que cualquier país
latinoamericano en el período – incluyendo Nicaragua - , y tan sólo fue
superada a nivel mundial por el Congo, Nepal y Togo” (DNP, 1991: 89-90). Entre 1950 y 1990 la cobertura de
primaria ascendió de 45% a más del 90%; la secundaria de 5% a 48%; educación
superior de 1% a 12% (Duarte, J., 1997:1). Una voluntad política por superar la
violencia entre los dos partidos tradicionales incidió en un aumento
considerable del gasto público y privado en educación, que creció de 1% en 1950
a 3.5% en 1984 (Duarte, J., 97:1). En 1953 se inició el planteamiento
integral de la educación y se fundó un instituto de crédito educativo para
estudios en el exterior, que sirvió para formar una masa crítica y técnica. En
1960 el gobierno central asumió los costos de la educación primaria y en 1975
la financiación de la educación secundaria oficial. En ambos caso introdujo
controles, no siempre efectivos sobre los gobiernos departamentales y
municipales (Duarte, J., 1995). Pero desde 1976 la expansión se detuvo.
“Desde mediados de los setenta
el ritmo de crecimiento de la educación se ha reducido de una manera notable.
En primaria, las tasas de crecimiento anuales de la matrícula han sido
inferiores al 1%. En secundaria, en donde existen las mayores carencias, fue
apenas del 5% entre 1975 y 1984, y del 2% entre 1985 y 1990... La esperanza de
educación dejó prácticamente de crecer en los últimos 15 años... hasta el punto
de haber alcanzado en la década de los ochenta una inequidad educativa mayor
que la de todos los países del mundo, con excepción de la India”. (DNP, 1991: 93: el subrayado
es original).
El aumento en la participación de la
educación en el Producto Interno Bruto descendió desde 1984 y sólo una década
más tarde recuperó la tendencia al alza, pese a que Colombia mantuvo un
crecimiento positivo en la llamada década perdida. Pero para no hacer un análisis histórico y perdernos en él, los lectores pueden revisar el libro Situación de la educación básica, media y superior en Colombia publicado en el 2002 por el Proyecto
Educación compromiso de Todos -ECT- que reunió por primera vez en un solo documento
todas la cifras del sector educativo, sirvió a las campañas presidenciales del
momento, como insumo para la elaboración de los programas educativos y continuó
siendo elemento de consulta tanto para la elaboración del Plan de Desarrollo
del presidente elegido ese año como para los decisores, ejecutores y
evaluadores de las políticas educativas de Colombia, y para los académicos e
interesados en el tema educativo.
La educación es vital para la Formación y el Desarrollo del Capital Social. La educación incide sobre la
socialización temprana de los niños, adolescentes y todo ser humano. Los
valores que prevalecen en la edad adulta son aquellos que se adquieren en la
adolescencia. Por ello, es importante que en la
formación del capital social, el sistema educativo -y las empresas- conciban al ser humano de
manera integral; lo cuál le permitirá incidir en la formación de aquellos
valores concientes e inconscientes que generen modificaciones en los
comportamientos de la sociedad que como un todo transforme el capital social
del País.
Al asumir al ser humano como un todo
en la formación del capital social, es importante detallar que los seres
humanos somos constituidos por espíritu, alma y cuerpo. Al describirlos se presenta resultados en las personas así: el Espíritu es el que permite relación con Dios (lo cuál genera
contratos autoimpuestos); en el alma se encuentran las emociones, mente y
voluntad; aquí nos relacionamos con los demás (cooperación); y con nuestro
cuerpo tenemos nuestra relación con el mundo (confianza). El
núcleo profundo, la identidad en la Formación y el Desarrollo del Capital Social[4], en cualquier institución o persona es la parte espiritual, pero para ello se requiere un nuevo nacimiento. Nabi Consulting a lo largo de estos años de trabajar con diversas instituciones ha evidenciado que el desarrollo empresarial se inicia de adentro hacia afuera, no hay ni habrá un verdadero cambio en nuestra estructura gerencial sino se desarrolla un nuevo capital social en nuestras empresas.
[1]
Esta definición desde el punto de vista practico es la que usualmente Nabi Consulting toma para sus estudios, debido a que al concebir el capital social de la forma como lo
hace Fukuyama, complementado por James Coleman la mayoría de definiciones
vienen hacer un complemento de esta, inclusive las planteadas por diversos
autores, que ponen al capital social como el centro de la cooperación,
olvidando que para que esta exista se debe partir de valores informales o
normas compartidas entre miembros del grupo, de la familia, de la sociedad y/o
de la Nación. Por ello, esta definición es la asumida como más asertiva para los
planteamientos que hacemos como firma de Consultoria en nuestros trabajos. Obviamente con ello, no se demérita las
demás definiciones ni autores, simplemente consideramos que la presentación de
Fukuyama es más completa y reúne las demás.
[2] Serageldin y Grootaert. Defining social capital: An
integrating View, The World Bank, 1997
[3]Movilización Cognitiva: mayor capacidad de orientarse autónomamente sin depender de las élites y grupos de referencia para la toma de decisiones, inclusive por fuera o en contra de los partidos, en la medida que se conocen y entienden más los asuntos públicos y se tiene mayor interés por ellos.. Esta resulta de un conjunto de destrezas, recursos que derivan de la Educación, la información y, principalmente, de la politización. MMC.
[4]Vale la pena recalcar que el capital social entendido como: un conjunto de valores informales o normas compartidas entre miembros de un grupo que permite la cooperación entre ellos mismos (Fukuyama)
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